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martes, 19 de marzo de 2013

resumen de el mesias



El cristianismo surgió primero entre los judíos palestinos que creían en la venida de un salvador llamado Mesías. Los primeros seguidores de Jesús creyeron que él era el Mesías. Todos los pueblos primitivos creían que las batallas se ganaban con ayuda divina. David, el creador del primer imperio judío, creía que tenía una relación divina con Yahvé y era llamado Mesías por el pueblo. Por tanto, puede que en su origen esta palabra se refiriera a las personas que poseían santidad o poder sagrado. Su historia de ascensión desde un nacimiento humilde y su elevación a través de la carrera militar eran el ideal de la figura militar-mesiánica judía. Yahvé había prometido que el reino de David perduraría, pero se desmoronó poco después de la muerte de David. El lugar escogido para el desarrollo de este gran imperio, constituía un pasillo militar que recorrían los grande ejércitos de la antigüedad de los egipcios a los romanos pasando por babilonios, sirios, persas y griegos. El gran misterio era porque no se había cumplido la promesa de Dios y su pueblo había sido esclavizado y sometido repetidas veces. La respuesta fue que los judíos tampoco habían cumplido su promesa, al violar las leyes sagradas y practicar ritos impuros. Cuando estos borraran sus pecados, serían perdonados y un nuevo Príncipe vendría a vengar a su pueblo y construiría un imperio eterno.
Estas profecías se realizaron en el contexto de verdaderas guerras de liberación, contra un sistema colonialista explotador, llevadas a cabo por Mesías militares que tenían el apoyo popular. Durante el período del imperio romano fue el estilo de vida predominante en la zona de Palestina. El pueblo quería ver restablecido al Mesías, porque creía que acabaría con la explotación económica y social y castigaría a sacerdotes y terratenientes. Al principio los guerrilleros eran considerados meros ladrones o bandidos, lestai, pero posteriormente se les aplicó el término dezelotes, que indicaba su celo por la ley judía. Estos creían que con la ayuda del Mesías conseguirían el derrocamiento del imperio romano y entre los años 40 a. C. y 73 d. C. hubo como mínimo cinco líderes mesiánicos judíos, sin incluir a Jesús ni a Juan Bautista.
El estilo de vida militar mesiánico constituyó un fracaso adaptativo, para Harris, pues no consiguió restaurar el reino de David y provocó la pérdida de la integridad del Estado judío. La revolución contra Roma fue provocada por las desigualdades del colonialismo, y la guerra se emprendió por razones prácticas y mundanas aunque públicamente se primaran las religiosas. La revolución significa que una población explotada debe tomar medidas desesperadas frente a las grandes dificultades que supondrá derrocar a sus opresores. La alternativa es tan detestable que hace que valga la pena correr riesgos. El Mesías pacífico aparece como un hecho inexplicable, dada la fuerte penetración social que detentaba la figura del Mesías vengador. Su aparición en el tiempo parece equivocada.
El momento, pues, no parece el más propicio, pero no es posible un error de cuarenta años en la cronología convencional, aunque si podemos estar equivocados sobre el contenido de sus enseñanzas. La solución sería que Jesús no era tan pacífico como se suele creer y que sus enseñanzas no suponían una ruptura con la tradición judía. Es posible que la transformación se diera después de la caída de Jerusalén, cuando los cristianos judíos se desprendieran de los componentes político-militares originales. La continuidad de sus enseñanzas con la tradición viene apoyada por su relación con Juan el Bautista, que corresponde claramente al prototipo de hombre santo errante.
Los manuscritos de Quamran hacen difícil separar las doctrinas de Juan el Bautista de la tradición militar-mesiánica judía. La semejanza con Jesús era enorme. Cuando la popularidad de Jesús creció, inició su predicación en Jerusalén, era el Mesías de una pequeña nación y su príncipe de la guerra aparentemente inofensivo, descendiente de David. Al menos dos de sus discípulos tenían apodos que los vinculaban con los combatientes: Simón, el zelote y Judas, Iscariote (muy similar a sicarri, como se conocía a los homicidas del puñal que asesinaban a romanos y colaboracionistas). Otros dos tenían apodos militares, y en los evangelios se indica que otros discípulos llevaban espadas y opusieron resistencia armada a la detención de Jesús. Observamos por tanto que la conciencia de estilo de vida de Jesús y su círculo no era la de un Mesías pacífico.
La teoría de Harris es que, los escritores de los Evangelios cambiaron el equilibrio hacía la figura de un Mesías pacífico. Otro hecho que llama la atención es que junto a Jesús fueron crucificados dos lestai o bandidos zelotes, pudiendo tratarse de una demostración romana del tipo de tratamiento que todos los que se opongan al dominio recibirán. Además, los discípulos se mantienen alejados durante la crucifixión, pues no pueden creer que un Mesías permitiera ser crucificado. Sólo después de la desaparición de su cuerpo de la tumba se comprendió, y algunos discípulos empezaron a tener visiones. Así se dijo que la muerte de Jesús demostraba que Dios daba otra oportunidad a los judíos. Jesús volvería si la gente se arrepentía de sus dudas y pedía perdón a Dios. Pero esto no cambio el tipo de Mesías que se seguía esperando.
La figura del Mesías pacífico no se perfeccionaría hasta más tarde, cuando Pablo sentó las bases para el culto pacifista como consecuencia de la infructuosa guerra contra Roma. Pablo predicaba entre los millones de judíos exiliados que vivían por todo el imperio romano. Se produjeron enfrentamientos con la comunidad de Jerusalén, que creía que Pablo beneficiaba a los no judíos y infringía las leyes del señor. Pero hacia el año 70 d. C. la madre iglesia de Jerusalén había perdido su predominio y las condiciones adecuadas para que se propagara el culto de un Mesías pacífico estaban asentadas. El reino cristiano de Dios, no era de este mundo y la salvación se encontraba en la vida eterna tras la muerte. Los romanos quedaban absueltos de la culpa de su muerte que recaía en los judíos. El cristianismo era la religión de los grupos étnicos desplazados pero no de los campesinos romanos. Con la conversión de Constantino y del imperio romano el Mesías romano presidiría la muerte de millones de soldados cristianos y de sus enemigos.

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